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12 diciembre 2017

Información sobre una industria criminal y sus responsables en el banquillo


Reseña de El gran proceso, de Rosalba Altopiedi y Sara Panelli

El Viejo Topo

"En nombre del pueblo italiano, el Tribunal de Turín... declara a Louis De Cartier De Marchienne [un barón belga] y a Stephan Schmidheiny culpables de los cargos contra ellos en el párrafo a) de la acusación, por los acontecimientos acaecidos el 13 de agosto de 1999, y culpables de los cargos contra ellos en el párrafo b) de la acusación cometida desde el 27 de junio de 1966 hasta el 18 de septiembre de 1974 en Cavagnolo y Casale Monferrato, siendo ambas acusaciones consideradas y condenándoles a dieciséis años de cárcel cada uno y al pago de los costes del tribunal".

Son las primeras palabras pronunciadas en la sentencia leída por el presidente de la Primera Cámara del Tribunal de Turín el 13 de febrero de 2012. "El gran proceso" es la sucinta de este juicio, histórico se ha afirmado, que se inició el 25 de enero de 2010 (los procedimientos legales se iniciaron en diciembre de 2009) y finalizó, tras más de 66 visitas, con 63 testigos y 42 peritos judiciales, dos años después.

Las cifras dadas durante el juicio testimonian las dimensiones de la tragedia: 2.897 vidas se vieron afectadas, más de 1.800 habían fallecido, que habían trabajado en las plantas de Eternit o que habían vivido cerca de ellas. Fueron más de 6.000 los demandantes. El asunto: De Cartier y Schmidheiny fueron acusados de exponer intencionalmente a trabajadores y población a la contaminación por amianto, por negligencia intencionada contra la salud y las medidas de seguridad y por desastres medioambientales intencionados por las plantas industriales de Casale Monferrato (provincia de Alessandria), Cavagnolo (Turín), Rubiera (Reggio Emilia) y Bagnoli (Nápoles). El período: desde mediados de la década de los sesenta hasta la quiebra de la empresa italiana en 1986.

La investigación del tribunal y su veredicto, recuerdan las autoras, podrán usarse también en otros países donde las mismas multinacionales estaban presentes. Stephan Schmidheiny, uno de los empresarios de mayor currículum criminal de la industria del amianto, según diversos testimonios y estudios, se negó a asistir al juicio durante los dos años que duró. Tampoco estuvo presente el día de la lectura de la sentencia. Sus abogados lo representaron in absentia.

Hay más. El 3 de junio de 2013, el Tribunal de Apelación de Turín confirmó el veredicto y la reconstrucción de los hechos realizada por el tribunal en primera instancia. Sentenció a Stephan T. Schmidheiny a 18 años de cárcel por desastre medioambiental intencionado. De Marchienne falleció en aquellos años.

Sin embargo un año y medio después, el 19 de noviembre de 2014, el Tribunal de Casación dio fin al juicio y declaró prescrito el delito ambiental intencionado. Al día siguiente el Tribunal emitió un comunicado de prensa en el que se expresaba en los siguientes términos: "Tomada la decisión acerca de la prescripción dado que el hecho criminal había terminado con el cierre de la planta de Eternit en 1986, que es a partir de cuando la prescripción debería empezar a contar". El desastre medioambiental, se señala, existió efectivamente, no había duda sobre ello.

Hubo críticas. Vladimir Zagrebelsky, juez del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en Estarsburgo, comentó el veredicto: era razonable preguntarse si el Tribunal de Casación podría haber elegido una opción mejor, más justa, más ajustada a los hechos, seriamente argumentada.

El objetivo del trabajo, son las autoras quienes hablan, "es volver atrás en la historia sobre los pasos de los acontecimientos y contextualizar el caso en un entorno internacional". Los tres primeros capítulos se centran en ello. La estrategia, consciente, planificada, diseñada, incluidos manuales y argumentarios, de los máximos responsables de la industria queda muy explicada en los apartados. Conclusión: no les importaba un carajo la vida de los trabajadores y de sus familias. Un ejemplo, de una reunión de febrero de 1981: "En Europa, las campañas (y sus costes) eran necesarias para apoyar la sólida presión a favor del amianto dentro de los sindicatos, las asociaciones de empleados, los consumidores y el mundo de la política… La impresión que tuvimos... es que el sector en Europa tiene que luchar a favor del amianto, o al menos en contra de las propuestas y amenazas… Las acciones más extremas que vayamos a llevar a cabo deberían incluir investigación y apoyo por parte de los miembros del Parlamento Europeo, especialmente por parte de aquellos que se han ocupado de las instalaciones de sus países. También tenéis que emprender acciones con el propósito de reforzar la confianza de los usuarios en los productos derivados del amianto". ¿Queda claro? Sin límites, sin piedad.

Estructura del libro: 1. Prefacio. 2. En nombre del pueblo italiano. 3. El panorama internacional: actores y estrategias. 4. Información oculta sobre los riesgos para la salud. 5. La defensa del amianto. 6. Eternit de Italia. 7. Stephan Schmidheiny. 8. Stephan Schmidheiny y el Bellodi Observatory entre 1985 y 2005. Notas.

Breve pero sustantivo libro. Vale la pena leerlo, no les será indiferente ni distante. Les aportará nuevos datos sobre una industrial criminal que en España estuvo autorizada hasta principios del siglo XXI.

Con rabia justificada, con toda la indignación del mundo, para proseguir un combate que no ha finalizado, contra una industria asesina que producirá miles de muertos en todo el mundo en los próximos años.


Málaga, Ediciones del Genal, 2017, 112 páginas, traducción de Lucía Otaola Puche.

Fuente: El Viejo Topo, octubre de 2017.




https://www.rebelion.org/noticia.php?id=235215

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